lunes, 19 de septiembre de 2022

RETO MÓDULO 1

 

    Buenos días.

    En este Reto Módulo 1 nos invitan a analizar y reflexionar sobre alguna noticia o ámbito de interés en el cual hayamos visto desigualdad en el tratamiento de género, y cómo ello ha determinado una clara discriminación sexista en detrimento de las mujeres.    

    Me centraré en el mundo del Arte, donde en los últimos años se ha venido observando un cambio de rumbo en el tratamiento que tanto Museos, historiadores de Arte, biografías, premios, y un largo etcétera daban a la figura de la mujer artista.

    Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, a las mujeres no se les permitió practicar el arte de la misma manera que los hombres, lo que genera lógicamente que haya muchos más “antiguos maestros” que “maestras”.

    Las mujeres estaban malditas ya desde el punto de vista inicial de su formación. Con el surgimiento de las primeras academias oficiales de arte como centros de formación y de actividad intelectual, las mujeres nunca pudieron acceder a las clases de desnudo con la excusa de que no eran apropiadas para ellas situándolas así en clara desventaja formativa sin acceso al estudio del cuerpo humano.

    Quiero destacar también el que uno de los libros más vendidos y estudiados respecto a la historia del arte, de E. H. Gombrich, asignado a los estudiantes de arte de todo el mundo, menciona a lo largo de sus casi 700 páginas, tan sólo a una mujer artista. 

    El Museo del Prado, referente cultural de primer orden, realizó una exposición, primera organizada tras el confinamiento, que tituló “Invitadas” en donde reivindicaba el papel de la mujer y hacía una reflexión respecto a la hostilidad con la que fue tratada por el sistema del arte a través de la historia. Hostilidad manifestada en una misoginia que estaba admitida y legitimada por el Estado y que afectaba tanto a encargos, premios, adquisiciones, incluso el léxico empleado, como “genialidad” o “talento” con el que justificaba el que tan solo las obras escogidas fuesen merecedoras de colgarse en las mejores pinacotecas. (privilegio de género). La idea de calidad prejuiciaba en contra de las mujeres. El tildar como “menos capaces” ha sido un recurso repetido para no valorar en su justa medida a las mujeres que deseaban dedicarse a desarrollar sus capacidades artísticas.

    En este espacio, la muestra declaraba, quizá entonando un inclusivo mea culpa, que las mujeres pocas veces fueron protagonistas y rara vez estaban en los lugares que deseaban, debiéndose contentar con ser una suerte de “invitadas” incomodas dentro de la escena artística del arte oficial que las opacaba sistemáticamente. La categoría de creación estaba reservado al ARTE con mayúsculas, el de los hombres, en el que las mujeres solo podían ser vistas como copistas e imitadoras, nunca creadoras. 



Uno de los cuadros que exponía la muestra es “La artista” de Serafín Martínez, en donde una mujer en postura incómoda, y con atuendo fuera de lugar, parece posar haciendo como que pinta, muy lejos de pretender hacer una representación legítima que la dignificara. El autor ridiculiza así a la mujer artista, dejando en lectura evidente que, si se quieren dedicar a otra cosa distinta de bordar o coser, dan risa o pena.

 

 

 

 

 

     La muestra no estuvo exenta de polémica al escoger como lienzo de bienvenida, el cuadro “Escena de familia” al que se atribuía autoría a Concepción Mejía de Salvador, pintora granadina que la historia del arte ha borrado, siendo de tal manera así, que resultó errónea esta atribución, demostrándose que el cuadro fue realizado en realidad por un hombre, siendo retirado del recorrido.

    También recuerdo una performance que realizó el Prado dentro del contexto de la misma muestra que analizo, realizada por la artista María Gimeno, en donde tomando como base el libro canónico de Historia del Arte antes citado de Gombrich, incluía a las mujeres artistas que con merecimiento propio deberían incluirse en las páginas del libro, _de obligada consulta para los estudiantes_. Y las incluía de manera impactante, haciendo cortes a cuchillo en su interior e insertando en su sitio las páginas que faltaban “haciendo sitio” a las artistas creadoras, no como anexos al final, sino integrándolas realmente en el lugar exacto que las hubiese correspondido dentro de la Historia del Arte.

    En el reto se nos pregunta de qué forma abordar estrategias para acabar con las desigualdades detectadas. Desde mi opinión pasa mayoritariamente por la educación desde la escuela y desde la información que nos haga visibilizar como problemas, tratamientos que hasta ahora se daban como asentados e indiscutibles.

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