Buenos días.
En este Reto Módulo 1 nos invitan a analizar y reflexionar sobre alguna noticia o ámbito de interés en el cual hayamos visto desigualdad en el tratamiento de género, y cómo ello ha determinado una clara discriminación sexista en detrimento de las mujeres.
Me centraré en el mundo del Arte, donde en los
últimos años se ha venido observando un cambio de rumbo en el tratamiento que tanto
Museos, historiadores de Arte, biografías, premios, y un largo etcétera daban a
la figura de la mujer artista.
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, a las
mujeres no se les permitió practicar el arte de la misma manera que los
hombres, lo que genera lógicamente que haya muchos más “antiguos maestros” que
“maestras”.
Las mujeres estaban malditas ya desde el punto de
vista inicial de su formación. Con el surgimiento de las primeras academias
oficiales de arte como centros de formación y de actividad intelectual, las
mujeres nunca pudieron acceder a las clases de desnudo con la excusa de que no
eran apropiadas para ellas situándolas así en clara desventaja formativa sin
acceso al estudio del cuerpo humano.
Quiero destacar también el que uno de los libros más
vendidos y estudiados respecto a la historia del arte, de E. H.
Gombrich, asignado a los estudiantes de arte de todo el mundo, menciona a lo
largo de sus casi 700 páginas, tan sólo a una mujer artista.
El Museo del Prado, referente cultural de primer orden,
realizó una exposición, primera organizada tras el confinamiento, que tituló “Invitadas”
en donde reivindicaba el papel de la mujer y hacía una reflexión respecto a la
hostilidad con la que fue tratada por el sistema del arte a través de la historia.
Hostilidad manifestada en una misoginia que estaba admitida y legitimada por el
Estado y que afectaba tanto a encargos, premios, adquisiciones, incluso el
léxico empleado, como “genialidad” o “talento” con el que justificaba el que
tan solo las obras escogidas fuesen merecedoras de colgarse en las mejores
pinacotecas. (privilegio de género). La idea de calidad prejuiciaba en contra
de las mujeres. El tildar como “menos capaces” ha sido un recurso repetido para
no valorar en su justa medida a las mujeres que deseaban dedicarse a
desarrollar sus capacidades artísticas.
En este espacio, la muestra declaraba, quizá entonando un inclusivo mea culpa, que las mujeres pocas veces fueron protagonistas y rara vez estaban en los lugares que deseaban, debiéndose contentar con ser una suerte de “invitadas” incomodas dentro de la escena artística del arte oficial que las opacaba sistemáticamente. La categoría de creación estaba reservado al ARTE con mayúsculas, el de los hombres, en el que las mujeres solo podían ser vistas como copistas e imitadoras, nunca creadoras.
Uno de los cuadros que exponía la muestra es “La artista” de
Serafín Martínez, en donde una mujer en postura incómoda, y con atuendo fuera
de lugar, parece posar haciendo como que pinta, muy lejos de pretender hacer una
representación legítima que la dignificara. El autor ridiculiza así a la mujer
artista, dejando en lectura evidente que, si se quieren dedicar a otra cosa
distinta de bordar o coser, dan risa o pena.
También recuerdo una performance que realizó el Prado dentro
del contexto de la misma muestra que analizo, realizada por la
artista María Gimeno, en donde tomando como base el libro canónico de
Historia del Arte antes citado de Gombrich, incluía a las mujeres artistas que
con merecimiento propio deberían incluirse en las páginas del libro, _de
obligada consulta para los estudiantes_. Y las incluía de manera impactante,
haciendo cortes a cuchillo en su interior e insertando en su sitio las páginas
que faltaban “haciendo sitio” a las artistas creadoras, no como anexos al
final, sino integrándolas realmente en el lugar exacto que las hubiese correspondido
dentro de la Historia del Arte.
En el reto se nos pregunta de qué forma abordar estrategias
para acabar con las desigualdades detectadas. Desde mi opinión pasa
mayoritariamente por la educación desde la escuela y desde la información que
nos haga visibilizar como problemas, tratamientos que hasta ahora se daban como
asentados e indiscutibles.
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